InDret vuelve a cambiar, para mejor –espero–: una nueva presentación, más sobria –si cabe– que la anterior, mucho más flexible y amigable y, sobre todo, una tal que permite un amplísimo grado de autonomía a los autores de los trabajos que publicamos.
InDret había crecido mucho en los últimos dos años, la anterior presentación se había quedado pequeña y su manejo resultaba exigente, algo –debo confesar– buscado de intento para filtrar el acceso y dejar pasar únicamente a los lectores realmente interesados en el análisis del derecho. Éstos han de tener en cuenta que InDret es, al menos de momento, una revista de acceso gratuito.
InDret cuenta más de tres mil suscriptores, además de con docenas de miles de lectores ocasionales; publicar en esta revista multiplica las posibilidades de que sus autores sean reconocidos en contadores con futuro, como Google Scholar, algo que el viejo mundo de la letra impresa todavía no ha sabido ver del todo; por último, como la revista no exige exclusividad, sino sólo prioridad, publica los originales sin retraso y ofrece a sus autores la posibilidad de trabar contacto con bastantes de los mejores especialistas en su campo de actividad para poder mejorar el producto antes de decidir enviarlo a otra publicación. Así y desde cualquier punto de vista relevante en el análisis del derecho que se publica predominante pero no únicamente en lengua española, esta revista electrónica es un éxito indudable. Si ustedes buscan en Google nuestra revista, no tienen más que escribir su nombre –InDret– y comprobarán que es la primera de entre cientos de miles de indrets, esto es, “sitios” o “lugares”, en catalán, la cultura primaria del núcleo central de las gentes de InDret: el sitio o lugar del derecho.
Un éxito así no debe nada a la casualidad, sino que ha sido posible porque contamos con numerosas ayudas de la Generalitat de Catalunya y del Ministerio de Educación y Ciencia, ayudas que no sólo nos permiten adaptar nuestras presentaciones a las exigencias de cada momento, sino pagar una congrua remuneración a los predocs que trabajan duramente en la sala de máquinas de InDret. Permítaseme citarles, pues sin su colaboración, la tarea resultaría sencillamente imposible: Rosa Milà, Marian Gili, Esther Farnós, Ignacio Marín, Laura Alascio, Miguel A. Roig, Carlos A. Ruiz y Ariadna Aguilera. Joan Carles Seuba se encarga finalmente de que todo ajuste y salga en la red con la difícil facilidad propia del profesional de verdad: con naturalidad y sin que se note el esfuerzo. Bastantes de las ayudas que reciben los grupos de investigación del área de derecho civil de la UPF aportan recursos materiales y humanos a una revista electrónica extraordinariamente productiva por cada euro empleado en ella.
Por su parte, la Universitat Pompeu Fabra nos facilita una infraestructura sin la cual tampoco podríamos seguir adelante. Aunque InDret contrata su diseño e ingeniería de software fuera de la Universidad, el apoyo de esta última y, en particular, de sus informáticos es valiosísimo: confían en nosotros, nos ayudan sin preguntar adónde vamos y nos ofrecen su tiempo con generosidad y acierto.
InDret espera y desea que sus lectores sigan acudiendo a nuestra revista para acceder a sus contenidos al tiempo que confía en que la nueva presentación les facilite la tarea y nos permita a todos seguir avanzando hacia los cinco mil suscriptores. Entonces, volveremos a hablar.
Pablo Salvador Coderch