La expresión “¡Pasajeros, al tren!” nos hace pensar en imágenes de inicios de la revolución industrial en las que el jefe de estación advertía así de la inminencia de la puesta en marcha del tren estacionado en el andén. La tecnología avanza y de este método rudimentario hemos pasado a señales acústicas y a otros mecanismos complejos de cierre automático de las puertas de los trenes para minimizar los riesgos que los pasajeros padecen al subir y bajar del tren. La diligencia exigible a la compañía ferroviaria o, en su caso, al empleado de que se trate, y al pasajero siempre debe ir al compás de los tiempos que corren. Sin embargo, la reciente STS, 1ª, de 6.11.2003 nos ha deparado una solución sorprendente.
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Antonio Fernández Crende, «¡Pasajeros, al tren!. Comentario a la STS, 1ª, 6.11.2003», InDret 3.04