Perseverare diabolicum (A propósito de la STS 26-II-2018 y la retribución de los consejeros ejecutivos)
La ley establece que el sistema de retribución de los administradores debe ser establecido por los estatutos (art. 217.1 LSC) y que, dentro de dicho marco estatutario, corresponde a la junta general la fijación del importe concreto o del importe máximo de la remuneración (art. 217.3 LSC). Cuando la administración se organiza como consejo, el ámbito de aplicación de las citadas reglas es más limitado de lo que a primeramente vista pudiera parecer. Tratándose de consejeros ejecutivos, las reglas de la reserva estatutaria y de la competencia de la junta sólo resultan aplicables a su retribución qua consejeros, no qua ejecutivos.
La competencia para retribuir las funciones ejecutivas eventualmente encomendadas a un consejero corresponde al propio consejo de administración que decide la encomienda (art. 249.3 y 4 LSC). Este entendimiento, pacífico tras la reforma de 2014, ha sido puesto en cuestión por la STS 26-II-2018, cuya aspiración es rehabilitar la llamada “doctrina del vínculo”. El presente trabajo somete dicha resolución a un
detallado escrutinio crítico, tanto desde el punto de vista positivo como desde el punto de vista normativo.
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Perseverare diabolicum (Around the Supreme Court decision of 26 February 2018 on executive directors’ remuneration)
According to the Spanish Companies Act the directors’ remuneration system must be set out in company’s
bylaws (sect. 217.1) and, within that framework, the general meeting is vested with the power to determine
the specific amount, or the maximum amount, of the remuneration (sect. 217.3). When the managing body
takes the form of a board, the scope of the aforementioned rules is narrower that it might appear at first
sight. As far as executive directors are concerned, the requirements of bylaw specification and general
meeting approval apply in respect of their remuneration qua directors, not qua executives. The authority to
remunerate the executive functions potentially bestowed on a board member lies with the board itself, for it
is the board who bestows them (sect. 249.3 and 4). This understanding, undisputed as from the 2014
reform, has been challenged by the Supreme Court decision of 26 February 2018. This paper scrutinises in
detail said decision from both a descriptive or positive and normative standpoint.