En los últimos quince años, EEUU ha sido escenario de acciones de responsabilidad civil presentadas por demandantes extranjeros contra empresas estadounidenses –o extranjeras con fuerte presencia en el país-, por violaciones de derechos humanos que han tenido lugar en el extranjero; en general, en países en desarrollo que acogen implantaciones de aquellas empresas. La atracción de las víctimas de abusos por el foro estadounidense se explica en las particularidades procesales y sustantivas del sistema americano. Entre ellas se encuentra el Alien Tort Statute (ATS), una norma que confiere jurisdicción universal en materia de responsabilidad civil por violación de ciertas normas del Derecho Internacional. Sin embargo, las demandas contra sociedades bajo el ATS nunca han sido tarea fácil; cada vez más el futuro de la norma se encuentra en entredicho, en especial por las dudas acerca de su alcance subjetivo. La consecuencia es una inseguridad jurídica cuyos costes (para víctimas, demandados potenciales, para la causa misma de la defensa de los derechos humanos), reclama la pronta intervención uniformizadora del legislativo o, al menos, de la Supreme Court.
—
Civil Liability and Human Rights in the US: the End of the ATS?
In the last fifteen years, the US has been a preferred place for civil liability claims, brought by foreign plaintiffs for human rights violations committed in developing countries hosting subsidiaries of American companies – or foreign companies doing business in the US. The attraction of the U.S. forum of the victims of abuse is due to some procedural and substantive peculiarities of the American system. One of them is the Alien Tort Statute, a provision which confers universal jurisdiction in civil liability suits for violation of certain rules of customary international law. However, litigation against companies under the ATS has never been easy; the future of the ATS is at risk, particularly because of the academic doubts about its scope, as well as divide within the courts and circuit split. The outcome is an acute and costly legal uncertainty (for victims, potential defendants, for the very cause of defending human rights), which calls for a prompt intervention of the Congress, or at least, of the Supreme Court.